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La sabiduría de los líquenes

  La sabiduría de los líquenes 1 Se oye la llave accionando la cerradura, saluda sin mucho empeño lanzando un hola al aire, tira el abrigo en el respaldo del sillón y se derrumba en él. Ella le mira preocupada. ‒‒¿Qué te pasa? —Estoy fatal, hoy definitivamente se ha roto todo. —¿Qué ha pasado? —El grupo se ha ido a la mierda. —¿Y eso? —Ya llevábamos tiempo mal y hoy ha explotado. Esto es como una relación de pareja, pero con cinco personas, cada una con su enorme ego. —Llevo tiempo notándote raro, apagado. —Claro porque me lo estaba viendo venir y llevo tiempo que no estoy bien, voy a arrastras, sin energías. —Ya, ya. ¿Y si nos vamos al pueblo? —¿Al pueblo? ¿A qué? —Ya sabes que llevo tiempo queriendo ir, además nos servirá para desconectar, mejor dicho para reconectar. —El pueblo, qué aburrimiento. —Descuida que estaremos entretenidos, tengo un plan. 2 Se levanta temprano, ha dormido como el culo, maldito colchón y no sabe qué hacer en esa casa. Ni siquiera entiende la cafetera. E...

La que sí y la que no



Suelo buscar entre la maleza canciones que tengan algo que contar, en las que te puedes sumergir y descubrir algo nuevo. Trato de fijarme en sus costuras, en los principios, en cómo crecen… En realidad, son las historias, más que el lirismo lo que me mueve, aunque si se dan las dos cosas pues ya miel sobre hojuelas.  
Hay canciones que me hubiera gustado escribir, letras de canciones mejor dicho, que envidio. Otras, en cambio, no. Entre las segundas, está El ángel Simón. Tiene bastante de ajuste de cuentas, con minuciosidad teje el relato intercalando algunas anécdotas que nos dibujan el carácter del finado, como la de la funeraria. A Nacho Vegas le he empezado a seguir hace nada, aunque he leído bastante sobre él y parece cuando menos, un tipo honesto, que ya es decir mucho. Esta canción digo que está en el grupo de las que no, porque debe ser trágico pasar por un trance así. Y hay que tener mucha frialdad para dejar pasar el tiempo y contarlo en una canción sin romperse. Nada de esto, ni el talento necesario ni el temperamento adecuado están entre el breve catálogo de mis virtudes. 


Y ahora viene la que sí: 

 “Si no aparece nunca,
 o entiendo que no di con la palabra justa
 y cuando al fin la encuentro llega aquel mar de dudas
 si cuando me decido tú me detienes siempre” 


Que habla del proceso de creación con sus dificultades y sus múltiples dudas. De la inspiración y el trabajo, de las musas, casi siempre tan esquivas para el común de los mortales. Pero al fin, encuentra la palabra justa, y qué palabra, no podía ser una cualquiera: ESPERANZA. Y es cierto, dan ganas de gritarla. Dicen los sabios que sin esperanza no se puede vivir, que nada ni nadie nos la robe. Nunca. 

Y estas son las dos canciones, que he descubierto recientemente, la que sí y la que no, o al revés, tanto da. 



 Pero hay muchas más, seguramente esta sólo sea la primera de una serie de entradas que sobrevuelen por los mismos territorios.

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