El pasado mes de octubre ha sido, para mi, una etapa muy fructífera en cuanto a lo de escribir. Días de recoger lo sembrado como en una vendimia tardía. También, no lo voy a negar, ha habido alguna desilusión, pero el cómputo global ha sido más que positivo y todavía quedan algunas cositas por concretar. Por poner solo un par de ejemplos, La sabiduría de los líquenes ha sido publicado en el número de octubre de la revista chilena Entre paréntesis y El licántropo ha hecho lo propio en Huellas de tinta . También gané unos libritos muy chulos de la Editorial Almadía en una dinámica veraniega con otro microrrelato y ya digo que hay bastantes cosas pendientes.
El Monstruo de Colores. Anna Llenas . Siempre digo lo mismo la velocidad no es lo mío, al menos la rapidez, lo mío más bien es la lentitud. La calma que en El Monstruo de Colores se pinta de verde, la paz, el sosiego, la tranquilidad. Las comas y los puntos aparte o suspensivos, la lentocidad como decimos por aquí... Algún día escribiré algo usando esas palabras malditas que se inventa Zoe o nos inventamos entre todas los mamíferos, pero esta es otra historia que será contada en su debido momento. A lo que iba es que estoy encantado con la eficacia de este ordenador después de pelear una y mil veces con mi portátil y sus bloqueos, que riete tú del famoso bloqueo del escritor , he decidido, después de pedir el oportuno permiso a su propietaria , utilizar el flamante ordenador de mesa q ue antes me intimidaba como todo lo nuevo, con su pantalla gigante y su teclado tan pequeño. Y es que es otro mundo, otro universo. Solo queda familiarizarse con las peculiaridades de...