Van pasando los días y noto que me cuesta encontrar un momento para pasar por aquí y me resulta curioso porque una de las cosas que más me gustan de este insólito mundo es bloguear, algo tiene que haber en ello cuando lo llevo haciendo desde 2004. Pero hoy, en esta mañana ventosa, preinvernal parece que se han alineado los planetas y se ha hecho un claro entre las obligaciones de la vida, total que aquí estoy tecleando, dando la turra de nuevo, nada más deshacerme de el gorro, los guantes, el palestino, el cortavientos... Como dije antes la mañana estaba tirando a glaciar. Tras dejar a la enana en el cole, hemos ido dando un paseo a la plaza para hacer unas gestiones y como de camino esta la librería me he atrevido a entrar. Digo atrevido, y redundo además en el participio, para enfatizar mi absurdo temor a comprobar si se habían vendido algunos ejemplares de Pinceladas . A veces, nos ponemos en lo peor y me daba vergüenza pasar y preguntar al librero. Algo absurdo porque es un ti...
Me dejo caer por aquí con la esperanza de hacer una entrada sobre un tema que me ronda la cabeza desde hace tiempo, pero me gustaría hacerla bien y necesito tiempo para madurarlo, así que de momento lo dejo aquí apuntado para que no se me olvide y para que mi legión de lectores este al corriente...
Mientras os dejo con lo último que he subido a mis redes sociales sobre el renacer.
“Todo pasa y todo llega, pero lo nuestro es pasar…”.
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Ya lo decía el poeta al “que le cubre el polvo de un país vecino”, para mi Machado viene de la mano de Serrat y de mis carencias, pero este es otro tema… Hoy vamos a hablar de flores, de primavera… De estallido primaveral. De letras.
Y es que hace literalmente un par de días aún me sentía trasmocho, como el álamo de la cuarta foto y ahora los brotes verdes me hierven por dentro y por fuera.
Ya que como decíamos antes “todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar” solo hay que tener paciencia, mucha y cuesta. Vaya que si cuesta, se trata de un Tourmalet y tú eres un ciclista con la pájara, desfondado, pero hay que aguantar aunque sea haciendo zigzag agarrado al irregular asfalto.
Me está quedando esta cuenta de Instagram más confesional de lo habitual, como que ganan las ganas de mostrar, de difundir lo que es tener algún desorden mental y poner mi granito de arena contra el puto estigma, al lógico pudor, lógico y bendito.
Yo quería hablar de las flores, del amor, de la inspiración y hasta de poesía. Y no será todo lo mismo, diversas manifestaciones de algo que aún no esta descrito, como una especie de energía superior que la física no alcanza a comprender. No sé, igual deliro, deliro y escribo. Letras, palabras, sentimiento, puntos suspensivos.
Benditos delirios, mientras no sean de grandeza.

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