Cuánto tiempo sin pasar por aquí, sin bloguear. Curioso lo del tiempo que a veces es como el viento y otras se enreda en los engranajes de los relojes y camina a paso de tortuga. Echaba de menos el escribir sin pretensiones, lo que vaya saliendo, sin tanto corregir, porque cuando tienes intención de publicar lo que escribes, mejor dicho, que alguien te haga caso, lease una editorial, un concurso o una revista literaria, la cosa se complica y hay que temner mucha paciencia. El tiempo, volvemos a lo mismo se vuelve una masa viscosa como en aquellos relojes de Dalí, de La persistencia de la memoria . Más que de memoria, de la que no voy muy sobrado, lo que yo vengo a constatar es la paciencia , la que hay que tener cuando eres un don nadie y quieres gritarle al mundo que escribes y que no lo haces demasiado mal, modestia aparte. Acaba uno mirando el correo varias veces al día y nada, no hay más que promociones y demás mierdas. Los plazos de los cuncursos son interminables, las respuesta
Me dejo caer por aquí con la esperanza de hacer una entrada sobre un tema que me ronda la cabeza desde hace tiempo, pero me gustaría hacerla bien y necesito tiempo para madurarlo, así que de momento lo dejo aquí apuntado para que no se me olvide y para que mi legión de lectores este al corriente...
Mientras os dejo con lo último que he subido a mis redes sociales sobre el renacer.
“Todo pasa y todo llega, pero lo nuestro es pasar…”.
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Ya lo decía el poeta al “que le cubre el polvo de un país vecino”, para mi Machado viene de la mano de Serrat y de mis carencias, pero este es otro tema… Hoy vamos a hablar de flores, de primavera… De estallido primaveral. De letras.
Y es que hace literalmente un par de días aún me sentía trasmocho, como el álamo de la cuarta foto y ahora los brotes verdes me hierven por dentro y por fuera.
Ya que como decíamos antes “todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar” solo hay que tener paciencia, mucha y cuesta. Vaya que si cuesta, se trata de un Tourmalet y tú eres un ciclista con la pájara, desfondado, pero hay que aguantar aunque sea haciendo zigzag agarrado al irregular asfalto.
Me está quedando esta cuenta de Instagram más confesional de lo habitual, como que ganan las ganas de mostrar, de difundir lo que es tener algún desorden mental y poner mi granito de arena contra el puto estigma, al lógico pudor, lógico y bendito.
Yo quería hablar de las flores, del amor, de la inspiración y hasta de poesía. Y no será todo lo mismo, diversas manifestaciones de algo que aún no esta descrito, como una especie de energía superior que la física no alcanza a comprender. No sé, igual deliro, deliro y escribo. Letras, palabras, sentimiento, puntos suspensivos.
Benditos delirios, mientras no sean de grandeza.
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