Cuánto tiempo sin pasar por aquí, sin bloguear. Curioso lo del tiempo que a veces es como el viento y otras se enreda en los engranajes de los relojes y camina a paso de tortuga. Echaba de menos el escribir sin pretensiones, lo que vaya saliendo, sin tanto corregir, porque cuando tienes intención de publicar lo que escribes, mejor dicho, que alguien te haga caso, lease una editorial, un concurso o una revista literaria, la cosa se complica y hay que tener mucha paciencia. El tiempo, volvemos a lo mismo se vuelve una masa viscosa como en aquellos relojes de Dalí, de La persistencia de la memoria . Más que de memoria, de la que no voy muy sobrado, lo que yo vengo a constatar es la paciencia , la que hay que tener cuando eres un don nadie y quieres gritarle al mundo que escribes y que no lo haces demasiado mal, modestia aparte. Acaba uno mirando el correo varias veces al día y nada, no hay más que promociones y demás mierdas. Los plazos de los concursos son interminables, las respuestas
Un laptop lento, como un león dormido, como una tortuga, tan ineficaz. Respira lento. A trompicones. Como si tuviera bronquiolitis. Como una morsa con sinusitis. El café ya ha subido, vuelvo con las galletas en la mano y nada, que no se abre el maldito documento en el Word. "Eso es la tarjeta SSD " me dijo ayer Pedro. Qué maravilla tener un amigo que entiende de estas cosas. A mi todo esto me suena a chino, a chino mandarín . Dicen que lo barato sale caro y que lo caro a veces resulta, como decirlo, excesivo. También dicen, la gente dice muchas cosas, valga la buscada redundancia, que hace muchos años, a un escritor latinoamericano que había ganado un premio prestigioso le preguntaron que cómo se sentía: "Estoy agradecido y ciertamente emocionado. Es una maravilla que hayan pensado en mi, pero si miro la lista de los premiados en anteriores ediciones, siento vértigo, y no, no es falsa modestia, tan solo es que tanto dinero me desajusta el presupuesto. Imaginense, yo