Has dormido fatal, te plantas las gafas de sol y sales a la calle como un zombi, sin pensarlo demasiado. Hay que trabajar. Te saludan, “hola, ¿qué tal estas?” “Bien” respondes y sigues con lo tuyo. ¿Por qué no decir la verdad? Porque no decir que has pasado una noche de mierda, que te duele todo el cuerpo y que no sabes como vas a terminar el día. Nos cuesta tanto ser sinceros, mostrar nuestras debilidades, sufrimos una especie de imposición social a través de la cual, parece que siempre hay que estar bien y que no se nos permite estar mal. Siempre tenemos que estar alegres y sonrientes o al menos aparentarlo, en las redes sociales todo esto se amplifica, salvo honrosas excepciones, Instagram es un catálogo de felicidad vacía, de falso éxito, de pavos reales desplegando todos sus encantos. Se me ocurre que en estos tiempos en lo que todo se compra y se vende, más que comunicarnos, muchas veces, nos vendemos. Dicen que los amigos son aquellos que te preguntan “¿qué tal estás?” y es...
Hay pelis buenas, otras que se te meten dentro... Algunas son infumables y luego viene La torre de Suso, de Tom Fernandez. Supone un lugar donde relajarse, donde respirar, como el río o ese cuarto chiquito donde pones tu música favorita y nadie te molesta. En fin, lo dicho un REFUGIO, así en mayúsculas.
La torre es en esencia una oda a la amistad. Esta ambientada en la cuenca minera asturiana, los personajes protagónicos son Javier Cámara, Malena Alterio y Gonzalo de Castro, entre otros. Qué más se puede pedir, son todo ventajas.
Ya tiene sus añitos, 2007, pero envejece genial. A mi reproductor de deuvedés, un ovni viejo, y a mi, nos flipa.
La proxima peli refugio será, ya lo voy adelantando, Bajo las estrellas
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