Echando la vista atrás, Blogger para esto es una maravilla, me he topado con algo que escribí hace diez años y que tenía olvidado. En realidasd eran dos publicaciones, de mi anterior blog, dos relatos con trasfondo similar. En aquella época trabajaba en Alcalá de Henares, como siempre, a la orilla de un río. Mi vida laboral se puede relatar sumando cauces fluviales, con sus crecidas y sus épocas de carestía. He pasado del río que nace en Sierra Ministra - el Henares - a su compañero de cuenca hidrográfica, el Guadalix, otro afluente, más modesto, del Jarama. Es curioso, existe una polémica con estas cosas, poco virulenta, la verdad.
Lo dicho, os traigo la primera entrada de la serie de dos publicaciones, más que nada porque es la que más me gusta. La pongo, copiando el html directamente, por lo que quedará idéntica a la de antaño.
Si algún día os aburrís mucho, en el lateral derecho (o clickando en las tres rayas horizontales de la esquina superior derecha, si entráis aquí desde un dispositivo móvil) podéis entrar a mis dos antiguos blogs, llevo desde 2004 escribiendo tonterías ;-)
Escenas laborales
Por lo laboral (que diría Proteusa*, está si que sería una historia digna de contar, de recontar. Pero no es momento de abrir heridas)
Anochece. Sala comedor. Funcional, aséptica. Tres mesas blancas, sillas de plástico azules, al fondo encimera: microondas, cocinilla eléctrica, pila lavaplatos. Dos trabajadores del turno de tarde ataviados con la vestimenta proporcionada por la corporación almorzando sin prisas. Entra el jefe de mantenimiento.
Jefe de mantenimiento: Qué aproveche. (sin esperar respuesta prosigue acelerado) Chicos ya está operativo el tornillo de arquimedes nº2. No obstante, si no es necesario seguid funcionando con las bombas, por otra parte hemos arrancado el compresor nº2, vigilad la presión y ya operáis como sea necesario, eso es cosa vuestra.
Los empleados escuchan algo aturdidos tanta información tan inesperada.
Operario 1:Vale, no te preocupes... ¿Ya te marchas?
Jefe de mantenimiento: Sí.
Operario 1: A ver a tu niño...
Jefe de mantenimiento: Claro (sonrisa estúpida en la cara)
Operario 2: Para cuando llegues ya estará dormido (con sorna y cierto desinterés)
Jefe de mantenimiento: No (medio indignado)
Operario 1: Puedes pedir una reducción de jornada, ¿no?
Jefe de mantenimiento: Con el trabajo que tenemos es inviable. Si ya no damos a basto, como para andar con reducciones.
Operario 1: Pero tú mujer trabaja...
Jefe de mantenimiento: Bueno ( incómodo ante tanta alusión a su vida personal, bajando la voz) hemos contratado una chica... Venga hasta mañana.
Ambos trabajadores: Hasta mañana ( al unísono)
La sacrosanta productividad en lo alto de la pirámide, lo demás es secundario. Las grandes corporaciones contratan jefes intermedios jóvenes, treintañeros ayudados por algún becario a media jornada. Estos se convierten en delfines de los anteriores y si cumplen su trabajo eficientemente, sus jornadas se van alargando, no así su sueldo. Habitualmente consiguen su objetivo, acabar de jefecillos en otras estaciones menores de la corporación, siguiendo el proceso que terminará convirtiéndoles en unos "idiotas" estresados más.
Los trabajadores desmotivados (otro tipo de idiotas) observan el proceso como quien observa la metamorfosis de un insecto.
*Proteusa es la protagonista de Ese vago resplandor, de Emma Cohen. Por aquella época me lo estaba leyendo y me gustó mucho.
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