Pizarnik Los diarios de Alejandra Pizarnik son alucinantes, entre otras mil cuestiones nos muestran como una de las mentes más lucidas del siglo XX sufría entre fármacos y diagnosticos imprerfectos. Cristina Peña, una de sus biografas, afirma que: "Pizarnik tomaba pastillas para todo, para dormir, para despertarse. A partir de cierto momento de su vida, ella es un coctel viviente y, evidentemente, hay un deterioro que se va profundizando." En 1959 la poeta argentina escribio en su diario: " recién termine de leer Un cuarto propio ( Una habitación propia , en la traducción castiza) de Virginia Woolf [...] VW es sencillamente adorable. Pero la siento un poco vieja, como del siglo pasado. Estuve pensando sobre las 500 libras al año y el cuarto propio. Yo tengo un cuarto propio, no tengo dificultades economicas apremiantes, gozo de libertad para ir a donde yo quiera. No obstante, soy el ser menos libre. " Y es que en la sencilla ecuación que planteaba la Woolf, faltab
En días pasados tuve la curiosa sensación de estar suplantando a
alguien, de que empezaba a ocupar un lugar que no me correspondía. La impresión de ser un fraude incluso antes de que
se materializase el supuesto logro, del que además no conocía su
alcance, que es bien pequeño, sería algo
así como un síndrome del impostor (preventivo.) Este fenómeno
fue identificado curiosamente en 1978, mi año de nacimiento, se cree
que afecta más a las mujeres, porque ellas sentían que tenían que
demostrar mucho más que el resto de los hombres para ser tomadas en
cuenta.
Es una sensación extraña, que puede llegar a resultar divertida. Dejándose llevar sería como sentirse actor y afanarte en una vida que no te corresponde pero que es más interesante. Pero, cuando la cosa se pone sería, puede provocar ansiedad, robar mucho tiempo en la búsqueda de la perfección... Curiosamente los comportamientos que exhiben los "impostores" en un intento de compensar sus dudas sobre sí mismos pueden hacerlos mejores en su trabajo.
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