Has dormido fatal, te plantas las gafas de sol y sales a la calle como un zombi, sin pensarlo demasiado. Hay que trabajar. Te saludan, “hola, ¿qué tal estas?” “Bien” respondes y sigues con lo tuyo. ¿Por qué no decir la verdad? Porque no decir que has pasado una noche de mierda, que te duele todo el cuerpo y que no sabes como vas a terminar el día. Nos cuesta tanto ser sinceros, mostrar nuestras debilidades, sufrimos una especie de imposición social a través de la cual, parece que siempre hay que estar bien y que no se nos permite estar mal. Siempre tenemos que estar alegres y sonrientes o al menos aparentarlo, en las redes sociales todo esto se amplifica, salvo honrosas excepciones, Instagram es un catálogo de felicidad vacía, de falso éxito, de pavos reales desplegando todos sus encantos. Se me ocurre que en estos tiempos en lo que todo se compra y se vende, más que comunicarnos, muchas veces, nos vendemos. Dicen que los amigos son aquellos que te preguntan “¿qué tal estás?” y es...
Imitar el producto terminado es un error, lo aprendí anteayer, ahora que la vida fluye pongo menos comas y esto es un punto y aparte. Rimo, o lo intento, y volteo la cabeza, creo ver su recia figura, Javier Ibarra me toca el hombro y dice:
—Persigue tu sueño, no seas flojo. Quisiera que mi voz fuera tan fuerte que a veces retumbará en la montaña...
—¿!Como!?
—Tonterías, no digo más que tonterías, ni caso. Mira dentro de ti y... ama, ama y ensancha el alma.
—¿!Como!?
—Tonterías, no digo más que tonterías, ni caso. Mira dentro de ti y... ama, ama y ensancha el alma.
En La Resistencia me sorprendió. Es un tipo normal, no le reconocía, no era Kase O, era Javier Ibarra Ramos, como dice la Wikipedia, un tipo de mi generación con algo de acento maño. Meses después se pasó por El Sentido de la Birra y se cascó unos cuantos Ballantines con Coca-Cola (o algo similar.) Busque en Spotify y encontré sus divertimentos que saltaron a mi playlist del tirón. Comprobé que a los raperos, a los buenos raperos, les tira el ego trip, pero resulta que son personas normales, incluso vulgares cuando se bajan del escenario, tanto que hasta se deprimen o rezan. Todos tenemos miserias y algunas grandezas, como él que se atreve a cantar en Mazas y Catapultas con Rozalén. A cantar bien digo, porque ahí no rapea y no pierde el flow que parece que estas escuchando otra cosa, como bien dice Ricardo en lo de la birra.
En Basureta transita el abismo con elegancia, y no es algo sencillo, que atravesó cuando ya era el rey del rap. Busco en la letra algún fragmento que cortar y pegar y es tan difícil escoger.
"Si tan sólo hubiera tenido la oportunidad se habría ido
Pero se quedó a mi lado, no lo olvido
Yo deliraba deprimido todo el día
Y aun así ella me miraba con todo el amor que podía..."
Basureta. Kase O
Mientras tecleo suena Castillos de Clicks y me siento agradecido, como Ibarra cuando se abre como una flor. Es lo mejor y lo peor que tenemos. Mazas y catapultas.
Hay rimas que duelen,
que cortan como cristales,
Hay canciones que mienten
que duermen en hospitales.
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