Van pasando los días y noto que me cuesta encontrar un momento para pasar por aquí y me resulta curioso porque una de las cosas que más me gustan de este insólito mundo es bloguear, algo tiene que haber en ello cuando lo llevo haciendo desde 2004. Pero hoy, en esta mañana ventosa, preinvernal parece que se han alineado los planetas y se ha hecho un claro entre las obligaciones de la vida, total que aquí estoy tecleando, dando la turra de nuevo, nada más deshacerme de el gorro, los guantes, el palestino, el cortavientos... Como dije antes la mañana estaba tirando a glaciar. Tras dejar a la enana en el cole, hemos ido dando un paseo a la plaza para hacer unas gestiones y como de camino esta la librería me he atrevido a entrar. Digo atrevido, y redundo además en el participio, para enfatizar mi absurdo temor a comprobar si se habían vendido algunos ejemplares de Pinceladas . A veces, nos ponemos en lo peor y me daba vergüenza pasar y preguntar al librero. Algo absurdo porque es un ti...
Like an angel se gestó hace un par de veranos en días un tanto convulsos para mí, el embrión de este relato fue madurando durante un ingreso en la unidad de agudos de psiquiatría del HULP, vamos en el Hospital La Paz de toda la vida. Andaba recuperándome de un episodio depresivo especialmente intenso relacionado con mi bipolaridad. Mientras caminaba pasillo arriba, pasillo abajo, no había mucho más que hacer, me dedicaba a observar a mis compañeros, al personal sanitario, a los celadores... En definitiva, a toda la fauna que pulula por este microhábitat tan reducido. Cabe destacar, como simple detalle, que las puertas de la unidad están siempre cerradas, para entrar te tienen que dar paso desde el control de enfermería y lo más parecido a una zona común donde sociabilizar es el comedor polivalente y el mencionado pasillo. Nada de espacios al aire libre. Pese a estas carencias, el trato con el personal sanitario, en especial con las enfermeras han conseguido que recuerde esos días con cariño y me guste pensar que fueron días de retiro espiritual, una época de reset, de cargar las pilas para salir con energías renovadas.
Ya de vuelta al pueblo, a Valdetorres de Jarama, la historia fue tomando forma en mi cabeza. En esencia se trata de una bonita historia de amor entre dos veinteañeros, con la peculiaridad de que ella, Elena, es enfermera y él, Pedro, un interno desorientado. Está ambientada en los primeros años dos mil y las escenas exteriores más impactantes se desarrollan en un barrio cualquiera de las afueras de Madrid, que perfectamente podría ser Hortaleza y en la mítica Libertad, 8.
Si te has quedado con ganas de saber cómo les va a Pedro y a Elena, si te interesa saber cómo se vive durante y tras un ingreso psiquiátrico puedes echarle un vistazo al relato, es el tercero de los veintiuno que componen Pinceladas de Realidad. Lo tienes disponible en Amazon, tanto en formato digital como en tapa blanda o también puedes pedírmelo a mí y yo con gusto te lo envío.

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